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11 ene 2014

POT Bogotá: Urbanismo sin dimensión humana - TORRE DE BABEL

El siguiente es un artículo publicado en la página web TORRE DE BABEL ( y DIARIO EL ESPECTADOR), en mayo de 2013 por el arquitecto Colombiano GUILLERMO FISCHER. En él hace una serie de reflexiones y análisis acerca del POT de Bogotá, que son muy pertinentes para tener en cuenta en nuestro Plan de Ordenamiento Territorial. Expone el manejo de la densidad, ocupación, volumetría, altura, índice de construcción y aislamientos versus cantidad y calidad del espacio público, y, plantea una situación no resuelta al dejar su formulacion y realización mayoritariamente a la iniciativa privada.

Por otra parte, parecen interesantes las dos reflexiones adicionales que realizan los arquitectos Juan Herrera y Mauricio Pinilla, integrando los tres escritos, temas difíciles de encarar dentro de las políticas, programas,  planes y proyectos de un POT, máxime cuando se carece de elementos e instituciones de gestión y ejecución concretos, con un norte preciso bajo la batuta de un proyecto urbano.

Les invito pues, a leer con pasión pero sin apasionamientos, las siguientes líneas y obtener sus propias conclusiones.

POT Bogotá: Urbanismo sin dimensión humana

Gustavo Petro planteó en su campaña una Bogotá ecológica, en consecuencia con esta idea la propuesta del nuevo Plan de Ordenamiento Territorial, contempla una ciudad densa, que protege su territorio natural, al tiempo que disminuye considerablemente las cargas que el transporte impone  sobre la naturaleza y aumenta el tiempo libre y la productividad de sus habitantes.
 
Los ingredientes tradicionales en los POT han sido tres: Edificación, Movilidad y Espacio Publico. Ahora se añade un ingrediente descuidado en los anteriores: el Cambio Climático, el cual, de forma muy detallada ocupa una buena parte del documento, dejando de lado, sin sumar, el mayor logro de los anteriores POT, aspecto en el que Bogotá ha logrado reconocimiento mundial: el espacio publico, para muchos, el ingrediente más importante del POT, ya que es el crisol de la comunidad, el único lugar donde se “homogeneizan” las diferencias de clase y donde se construye el ciudadano igualitario. Una ciudad densa, sin espacio público de calidad, genera una ciudad sin vida comunitaria.
 
Era de esperar que una alcaldía progresista propondría un urbanismo ecológico y con dimensión humana. Por el contrario, al tema del espacio público se le dedican pocas páginas y a manera de cuadro informativo de la situación actual; sin embargo, es alarmante es que la creación y forma del espacio público no será el resultado de utilizar formas urbanas tradicionales, utilizadas desde hace milenios, que han sido pieza fundamental en la generación de civilizaciones, como son calles, plazas y parques.
 
En este POT, la creación de espacio libre recae en los aislamientos que se exijan al constructor a cambio de una altura mayor o densidad de construcción, cuyo resultado formal serán espacios residuales, inútiles para la reunión ciudadana, los cuales van a terminar siendo apropiados por los particulares o convertidos en muladares.
 
Se entiende por Espacio Público el lugar donde cualquier ciudadano tiene el derecho de estar y circular, ya que es propiedad pública- y que el Estado está en la obligación de proveer-opuesto al espacio privado, donde el acceso es restringido.
 
Los términos  de antejardín, cesión, aislamiento, retroceso,  no constituyen espacio publico, son simplemente distancias que se establecen entre edificios y vías,  su uso es claramente privado, ya que está claramente establecida la posibilidad de hacerles un cerramiento.
 
Paradójicamente, estos nombres  de  espacios abiertos provienen justamente del modelo urbano que el POT pretende acabar:  el suburbio de expansión descontrolada.
 
Ante la ausencia de un planteamiento general de estructura y dotación del Espacio Público, queda el espacio libre para el ciudadano en manos del más prosaico de los instrumentos de planeación: el aislamiento, consistente en los retrocesos que hacen los constructores a cambio de altura y densidad, como lo son los antejardines y las “cesiones”, restos informales dejados por la operación inmobiliaria: es esta una concepción en extremo neoliberal de ciudad, tanto que haciendo paráfrasis de la famosa cita de Schopenhauer “La arquitectura es una música congelada”, se podría decir que es “neoliberalismo Petrificado”, valga la mayúscula, sorprendentemente hecho por una alcaldía que se supone progresista.

Aunque se plantean reservas ambientales en la periferia, como son las de Los Cerros orientales, el sistema hídrico del Rio Bogotá y las del Norte y Sur,  y que en la periferia de baja densidad se plantean algunos espacios públicos y parques, precisamente en el área central de la ciudad, donde se permite edificación de gran altura y estará densamente poblada, es notoria la ausencia de espacio público formal.
 
Y justamente aquí, donde  se plantea la renovación urbana, es donde se torna más preocupante la propuesta, ya que  la herramienta fundamental probada en urbes que han tenido renovación urbana exitosa, ha sido el hacer más atractivo el centro que el suburbio periférico, mediante la creación de espacio publico; aquí  sucede todo lo contrario, simulaciones que expertos urbanistas han hecho, muestran que el área libre  (privada y publica) por ciudadano en proyectos alta densidad con el POT actual es de 4,0 m2 por ciudadano, al aplicar las normas del nuevo  POT, en las zonas de renovación de alta densidad, este bajaría a un escalofriante 1,3 m2 por habitante.
 
Paradójicamente, se suele ubicar al ex alcalde Enrique Peñalosa en el otro espectro político,  cuya política de espacio publico inclusivo, ante este POT, aparece como extremadamente progresista.
 
Este es un POT que no construye sobre lo construido, y hace tabula rasa no solamente  en el tema del espacio público, tema del que este articulo se centra, sino en el otro ingrediente ligado: la edificación, cambiando radicalmente  la forma en que la ciudad ha crecido en las últimas décadas.
 
Las demás urbes del planeta no hacen planes donde se “patea el tablero” como en este, sino que cuidadosamente se detectan las tendencias tanto malignas como benignas del desarrollo urbano  y se van haciendo pequeños y cuidadosos ajustes a las normas que aseguren un desarrollo continuo en la  mejora en la calidad de vida de sus habitantes.
 
Aparentemente todo esto surge que quienes están detrás de la articulación del POT en Planeación Distrital,  han optado por una volumetría a lo “New York” de los años cincuenta, con edificios escalonados en altura, y se han inspirado en una normativa de aislamientos del año 1961,  la cual fue abandonada  ante los gravísimos  problemas ocasionados en la conformación del espacio publico en NY, muestra de esto han quedado los conocidos “alleys” , callejones que en toda película de acción que se respete, matan a alguien.
 
Steven Holl ha construido el Shenzhen un edificio denominado “Horizontal Skyscraper”, ya que tiene el mismo largo que la altura del Empire State, demostrando de manera pragmática  como con edificios bajos horizontales se puede lograr  densidades iguales a los verticales, pero con una grandísima diferencia: prácticamente toda el área del lote es restituida como espacio publico en el primer piso y en cubierta, con  una calidad de vida, dada la proximidad a lo verde,  que no es comparable  a los tugurios verticales que proliferan en China y países en expansión económica.

El espacio público no puede ser el resultado aleatorio del mercado inmobiliario; debe ser planeado acorde a una ciudad que cuadruplicará su densidad de población por metro cuadrado, Es patente  la ausencia de  un equipo de urbanistas  y arquitectos de gran experiencia y prestigio en la formulación de este POT , todavía estamos a tiempo de hacer que los saludables principios sobre los cuales se basa, sean articulados y diseñados  por un equipo de urbanismo de gran calado, como se merece una urbe de este tamaño y complejidad.


Guillermo Fischer

Nota: una version “editada” apareció en el periódico El Espectador del día 12 de mayo del 2013
 
 
Comentarios:
 
 
Juan Herrera, mayo 12, 2013
 
Sin embargo, si usted propone como ejemplo pragmático el skyscraper de Steven Holl. Le pregunto, ¿cuál es la diferencia con la urbanización moderna? Porque no creo que la solución sea hacer edificios bajos densos que ocupen muchísimos más metros cuadrados de área que uno vertical, la solución está en encontrar el equilibrio entre estos dos modelos. Es un poco desprevenido atreverse a hacer una afirmación de este tipo, sin dejar abiertos otros canales, o por lo menos a eso suena.
Lo cierto es que sabemos que un modelo de sprawl no funciona, pero la hiper-densidad tampoco. Hay consideraciones de tipo filosófico en el POT de Petro bien interesantes y acertadas, sin embargo la reglamentación de las mismas es el meollo de la discusión. La renovación urbana tiene que ser un proceso obligado, con todo lo que esto implique, incluyendo decisiones políticas, acciones urbanas, etc… La discusión está abierta sobre el POT 2020. Interesante hablar sobre lo que las obligaciones a los constructores en términos de construcción de VIS y VIP en todo proyecto van a generar en los costos de la vivienda futura, con la venia a la iniciativa de inclusión, no puede ser ciega una consideración sobre la capacidad adquisitiva futura y la dinámica económica nacional.
 
Mauricio Pinilla, mayo 15, 2013
 
El POT acierta al proteger las áreas de reserva ambiental y el valle aluvial del río pero se equivoca gravemente al proponer las normas específicas para la densidad del centro expandido. Allí lo fundamental no es hacer retrocesos sino conservar los paramentos, promoviendo que los edificios hagan contacto apropiado con el suelo, con buenas puertas de acceso, armónica integración a los andenes, arbolado y mobiliario y quizás locales comerciales que activen la vida urbana. Donde hay que promover aislamientos generosos y reserva de suelos porosos capaces de absorber y demorar el impacto de los aguaceros es en el interior de las manzanas, hoy condenado por la reglamentación a ser un área pavimentada para albergar automóviles. Estos deben quedar circunscritos estrictamente al área bajo el edificio, de modo que el suelo posterior pueda recibir nuevamente arbustos, enredaderas, helechos, brevos y árboles de gran porte que acojan a las aves y permitan sostener sus hábitos de alimentación, polinización, dispersión de semillas y anidación. Las bonificaciones en altura deberían ser concedidas a cambio de crear estos pequeños paraísos que sumados constituirián un aporte enorme a la estructura ecológica del territorio. Si la edificabilidad continua atada al número de estacionamientos que cada lote puede proveer, nunca llegaremos a tener una ciudad sostenible y los vehículos seguirán reinando sobre los ciudadanos. Otro recurso para lograr mayor densidad puede ser la suspensión de los aislamientos laterales donde fuera aún posible a cambio de retroceder el paramento posterior y generar mayor superficie de jardines.

El espacio público, estoy de acuerdo, debe ser tratado con acciones de planificación bien sustentadas, no como la sumatoria de las cesiones que la iniciativa de los constructores vaya dejando. Así solo se conseguirá crear un territorio hostil, imposible de controlar socialmente, lleno de recodos, una tierra de nadie, sin bordes precisos, sin escala y sin forma reconocible, cualidades inseparables de un buen espacio público.

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