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10 dic 2012

Ciudades lentas y mal conectadas, problema de Colombia

No hay un sistema que las haga competitivas. Un estudio del Banco Mundial y Planeación Nacional pone el dedo en la llaga.

Sacar una tonelada de productos desde Bogotá al Caribe cuesta 94 dólares, mientras que para recorrer un mayor trayecto, de Cartagena a Shangái (China), por mar, el costo se reduce a 60 dólares....

.....“Lograr un crecimiento del 6 por ciento de la economía, de manera sostenible, no dependerá de la minería ni de la agricultura, sino de las ciudades. Ellas son las verdaderas locomotoras”, señala Juan Mauricio Ramírez, subdirector de Fedesarrollo...

Sigue la nota de la revista PORTAFOLIO  AQUÍ.

8 dic 2012

Jardines verticales

Ante la falta o ausencia de espacios públicos abiertos y verdes que oxigenen, liberen y cambien la rutina construida de nuestra ciudad, podriamos pensar algún día en desarrollar la idea de jardines verticales masivos en los rincones y vacíos dejados por el urbanismo y los edificios.

Les dejo unos enlaces de videos sobre el tema para mirar y reflexionar un poco (tanto como soñar) sobre lo que podría ser la realidad de nuestra ciudad transformada por imágenes como estas.

http://www.youtube.com/watch?v=1vhKWoas5pw
http://www.youtube.com/watch?v=WXAxxe9EWmY
http://www.youtube.com/watch?v=LqMqTZ0SifU

17 nov 2012

Sobre la contratación publica en la ejecución de proyectos



Una de las cosas que más ha llamado mi atención de regreso al país, es la forma de contratar la ejecución de proyectos urbanísticos, arquitectónicos y civiles encargados por parte de la  administración pública.

Estos proyectos generalmente han sido diseñados con inmenso cuidado, esmero y profesionalismo por diferentes tipos de profesionales que han empleado los conocimientos técnicos precisos para idear y formular soluciones acordes con la funcionalidad, la estética, las condiciones económicas y normativas de un determinado problema.

En otros países, generalmente las obras de construcción y ejecución del proyecto cuentan con la supervisión específica de su autor, quien se convierte en el garante por excelencia, de la calidad del proyecto y de su correcta interpretación y traducción a la realidad por parte de los constructores.

Esta condición de revisor de la calidad del producto, es en la lógica del trabajo, la mínima condición de respeto a la autoría y a los derechos intelectuales que se debe tener con su creador. Es a la vez la forma correcta de llevar a cabo la finalización de un trabajo y pedir cuentas a su autor por el resultado.

La forma de contratación pública de las obras civiles y arquitectónicas en Colombia, no hace uso de este sistema y confía ciegamente en la documentación escrita y dibujada de la propuesta, como requisito legal y formal de la responsabilidad del profesional. 

Se finaliza así, el proceso natural de materialización de las ideas proyectadas y se traslada esa responsabilidad tan intima y exclusiva del autor, a la interpretación libre y casi anárquica de un profesional de la construcción o de una empresa del ramo -que en la mayoría de los casos encuentra muchos impedimentos, retrasos, cambios económicos, realiza interpretaciones propias o desconoce la naturaleza o el sentido de los componentes de la idea- para presentar su versión “práctica e inmediata” de lo que debe ser la materialización del proyecto.

Para finalizar, el resultado construido, que va a durar muchos años y por el que los ciudadanos, la ciudad y el medioambiente han pagado un costo alto en el sacrificio del equilibrio social, económico y natural, se endosa directamente a quien formuló la propuesta, persona que desconoce hasta último momento, la deformación que han cometido con sus ideas y a su nombre.

Ese tipo de contratación pública de la ejecución de obras en Colombia debe cambiarse y el profesional que propone las ideas debe ser incorporado a la materialización de su obra, pues los caminos legales de vigilancia – auditorias, interventorias- no son suficientes para concretar la realidad más compleja del sentido de una propuesta.

11 nov 2012

El detalle arquitectónico 1

We shape our buildings, and afterward our buildings shape us

Winston Churchill

 

Dios está en los detalles

Mies Van Der Rohe

 
Si caminamos por la ciudad o estamos dentro de cualquier espacio construido para las actividades humanas, nos encontramos irremediablemente con una de las mínimas expresiones de lo construido y máximas expresiones de lo estético: el detalle arquitectónico.

El detalle arquitectónico es quizás la manera más directa y precisa de concretar una idea sobre la transformación del entorno como realización material de las necesidades humanas. Hace de puente entre la formulación abstracta y los espacios construidos que se usan como herramientas para el desarrollo de la vida. Traduce un determinado sentido y carácter de las cosas y permite acercarnos al mundo de las formas con el fin de utilizarlas en los propósitos más diversos.



Mies Van Der Rohe. Casa Farnsworth. Detalle explicativo de la construcción. Illinois, Estados Unidos.


El detalle arquitectónico como unidad mínima, resuelve los encuentros de las diferentes partes que componen el proyecto arquitectónico y genera en contraparte, la diferencia de los elementos que lo configuran.

Puertas, ventanas, escalones, pasamanos, cubiertas, columnas, vigas, muebles, muros, instalaciones, suelos, etc., se encuentran y resuelven dentro de la lógica que el diseñador -en un ejercicio consciente de análisis, formulación y propuesta- dispone intencionadamente. El detalle arquitectónico expresa un modo de ver y afrontar un problema múltiple (físico, técnico, material o humano) y transmite la personalidad de quien lo formula, así también como de quien lo ejecuta y materializa.




 Josep Llinás Carmona. Detalle de fachada para viviendas en Terrassa, España
 

A manera de acotación valdría la pena analizar uno de los principios celebres del renacimiento que sigue vigente –el de León Battista Alberti- y que enmarca el alcance de los detalles en el edificio al proponer que: “las partes deben corresponder al todo y el todo a las partes”.

Este principio es una visión de humildad y unidad para con nuestro oficio y define el alcance del diseño de los edificios hacia una totalidad integrada, además de otorgarle un claro sentido ético a la elaboración de una arquitectura responsable, certera y de peso.
Los profesionales del oficio y la sociedad en general podríamos perseverar para alcanzar este objetivo, y deberíamos establecer la diferencia del mismo, con la consecución de otros fines mediatos (económicos, técnicos, políticos, ideológicos).


Louis I. Kahn. Biblioteca en Phillips Exeter Academy. Foto por Grant Mudford.

Este principio de acción es también un llamado de atención para pensar coordinadamente los espacios y sus componentes, para medir nuestros esfuerzos y fuerzas con el objeto de emplearlas certeramente donde haya lugar en el proyecto arquitectónico.

Es común ver edificios pobremente detallados o exageradamente sobredimensionados en su expresión, que fácilmente se deterioran por su falta de claridad en el estudio del detalle y que pasan rápidamente de la novedad al olvido tras una fulgurante aura de innovación.

Otro problema frecuente con los detalles arquitectónicos es que generalmente son vistos como última fase de la formulación edilicia, convirtiéndolos en la expresión forzada y necesaria para llenar el vacío que existe entre la ideación estratégica y la inevitable construcción del proyecto.

Es así que el detalle arquitectónico queda relegado a la solución práctica y necesaria del requisito material de cumplimiento técnico, formulándose como algo accesorio y totalmente resuelto cuando se obtiene de un catalogo de productos.
 
 

 


Edificio con expresión y técnica mediatizadas.


Por otra parte vale la pena notar, nuestra cada vez más compleja realidad de trabajo en donde se requiere cada día cumplir con nuevas normativas de seguridad y con diversas exigencias constructivas, así como el creciente uso de piezas y materiales prefigurados con el fin de asociarlos en el proyecto por medio del ensamblaje, y, de como estas se han convertido en una especie de evasión del pensamiento crítico y el conocimiento técnico en la elaboración de los detalles arquitectónicos.

Hoy es común desconocer el principio de funcionamiento de las partes y el comportamiento físico de las mismas, dentro del conjunto arquitectónico. Se acude fervientemente a la solución certificada antes que al análisis, reflexión y entendimiento de la realidad del edificio y como sus partes trabajan mancomunadamente para crear un ambiente particular.

También la producción masiva y la seriación industrializada -con su aura de estandarización eficaz- han aplanado el conocimiento tradicional que podíamos encontrar en las arquitecturas antiguas y su entendimiento del entorno en el que se insertaba un proyecto.

Este ambiente fundamentado en la tradición y que caracterizaba a los edificios y ciudades ha sido reemplazado por la confianza ciega en la técnica que se elabora en abstracto y comprueba en el laboratorio sin mayor intermediación de la sociedad y su entorno.

Es pues, el detalle arquitectónico un recurso estético, ético y técnico que permite dar afianzamiento a la materialidad de las cosas y traduce una voluntad de resolver en términos prácticos la manera de construir, de comprender un clima y un territorio; de aplicar los conocimientos particulares de una cultura y de su particular modo de hacer.

El detalle arquitectónico es en síntesis la respuesta a un problema de índole universal (cobijo, protección, significación) con soluciones particulares que envuelven las diferentes dimensiones del proyecto y que buscan la solución más adecuada para enfrentar el tema del diseño del espacio.

 
 
Víctor Horta. Casa Tassels, Bruselas. Bélgica. Foto de internet.


Como arquitectos y ciudadanos es nuestra responsabilidad el recuperar esa independencia para imaginar nuestros espacios y entornos. Tenemos todo el derecho de hacer que los espacios que nos rodean, tengan las particularidades que deseamos imprimir en el ambiente. Pero tenemos también esa inmensa responsabilidad de provocar con nuestras acciones -y desde todos los campos de acción posibles- que nuestras ciudades, sus espacios, los edificios y las calles que componen nuestra realidad, tengan las cualidades óptimas para brindarnos un mejor modo de vida.

Recordemos que todas estas cualidades que esperamos encontrar en el entorno pasan a través de la reflexión consciente del detalle arquitectónico y su necesidad imperiosa por resolvernos el mundo a una escala más humana.