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11 nov 2012

El detalle arquitectónico 1

We shape our buildings, and afterward our buildings shape us

Winston Churchill

 

Dios está en los detalles

Mies Van Der Rohe

 
Si caminamos por la ciudad o estamos dentro de cualquier espacio construido para las actividades humanas, nos encontramos irremediablemente con una de las mínimas expresiones de lo construido y máximas expresiones de lo estético: el detalle arquitectónico.

El detalle arquitectónico es quizás la manera más directa y precisa de concretar una idea sobre la transformación del entorno como realización material de las necesidades humanas. Hace de puente entre la formulación abstracta y los espacios construidos que se usan como herramientas para el desarrollo de la vida. Traduce un determinado sentido y carácter de las cosas y permite acercarnos al mundo de las formas con el fin de utilizarlas en los propósitos más diversos.



Mies Van Der Rohe. Casa Farnsworth. Detalle explicativo de la construcción. Illinois, Estados Unidos.


El detalle arquitectónico como unidad mínima, resuelve los encuentros de las diferentes partes que componen el proyecto arquitectónico y genera en contraparte, la diferencia de los elementos que lo configuran.

Puertas, ventanas, escalones, pasamanos, cubiertas, columnas, vigas, muebles, muros, instalaciones, suelos, etc., se encuentran y resuelven dentro de la lógica que el diseñador -en un ejercicio consciente de análisis, formulación y propuesta- dispone intencionadamente. El detalle arquitectónico expresa un modo de ver y afrontar un problema múltiple (físico, técnico, material o humano) y transmite la personalidad de quien lo formula, así también como de quien lo ejecuta y materializa.




 Josep Llinás Carmona. Detalle de fachada para viviendas en Terrassa, España
 

A manera de acotación valdría la pena analizar uno de los principios celebres del renacimiento que sigue vigente –el de León Battista Alberti- y que enmarca el alcance de los detalles en el edificio al proponer que: “las partes deben corresponder al todo y el todo a las partes”.

Este principio es una visión de humildad y unidad para con nuestro oficio y define el alcance del diseño de los edificios hacia una totalidad integrada, además de otorgarle un claro sentido ético a la elaboración de una arquitectura responsable, certera y de peso.
Los profesionales del oficio y la sociedad en general podríamos perseverar para alcanzar este objetivo, y deberíamos establecer la diferencia del mismo, con la consecución de otros fines mediatos (económicos, técnicos, políticos, ideológicos).


Louis I. Kahn. Biblioteca en Phillips Exeter Academy. Foto por Grant Mudford.

Este principio de acción es también un llamado de atención para pensar coordinadamente los espacios y sus componentes, para medir nuestros esfuerzos y fuerzas con el objeto de emplearlas certeramente donde haya lugar en el proyecto arquitectónico.

Es común ver edificios pobremente detallados o exageradamente sobredimensionados en su expresión, que fácilmente se deterioran por su falta de claridad en el estudio del detalle y que pasan rápidamente de la novedad al olvido tras una fulgurante aura de innovación.

Otro problema frecuente con los detalles arquitectónicos es que generalmente son vistos como última fase de la formulación edilicia, convirtiéndolos en la expresión forzada y necesaria para llenar el vacío que existe entre la ideación estratégica y la inevitable construcción del proyecto.

Es así que el detalle arquitectónico queda relegado a la solución práctica y necesaria del requisito material de cumplimiento técnico, formulándose como algo accesorio y totalmente resuelto cuando se obtiene de un catalogo de productos.
 
 

 


Edificio con expresión y técnica mediatizadas.


Por otra parte vale la pena notar, nuestra cada vez más compleja realidad de trabajo en donde se requiere cada día cumplir con nuevas normativas de seguridad y con diversas exigencias constructivas, así como el creciente uso de piezas y materiales prefigurados con el fin de asociarlos en el proyecto por medio del ensamblaje, y, de como estas se han convertido en una especie de evasión del pensamiento crítico y el conocimiento técnico en la elaboración de los detalles arquitectónicos.

Hoy es común desconocer el principio de funcionamiento de las partes y el comportamiento físico de las mismas, dentro del conjunto arquitectónico. Se acude fervientemente a la solución certificada antes que al análisis, reflexión y entendimiento de la realidad del edificio y como sus partes trabajan mancomunadamente para crear un ambiente particular.

También la producción masiva y la seriación industrializada -con su aura de estandarización eficaz- han aplanado el conocimiento tradicional que podíamos encontrar en las arquitecturas antiguas y su entendimiento del entorno en el que se insertaba un proyecto.

Este ambiente fundamentado en la tradición y que caracterizaba a los edificios y ciudades ha sido reemplazado por la confianza ciega en la técnica que se elabora en abstracto y comprueba en el laboratorio sin mayor intermediación de la sociedad y su entorno.

Es pues, el detalle arquitectónico un recurso estético, ético y técnico que permite dar afianzamiento a la materialidad de las cosas y traduce una voluntad de resolver en términos prácticos la manera de construir, de comprender un clima y un territorio; de aplicar los conocimientos particulares de una cultura y de su particular modo de hacer.

El detalle arquitectónico es en síntesis la respuesta a un problema de índole universal (cobijo, protección, significación) con soluciones particulares que envuelven las diferentes dimensiones del proyecto y que buscan la solución más adecuada para enfrentar el tema del diseño del espacio.

 
 
Víctor Horta. Casa Tassels, Bruselas. Bélgica. Foto de internet.


Como arquitectos y ciudadanos es nuestra responsabilidad el recuperar esa independencia para imaginar nuestros espacios y entornos. Tenemos todo el derecho de hacer que los espacios que nos rodean, tengan las particularidades que deseamos imprimir en el ambiente. Pero tenemos también esa inmensa responsabilidad de provocar con nuestras acciones -y desde todos los campos de acción posibles- que nuestras ciudades, sus espacios, los edificios y las calles que componen nuestra realidad, tengan las cualidades óptimas para brindarnos un mejor modo de vida.

Recordemos que todas estas cualidades que esperamos encontrar en el entorno pasan a través de la reflexión consciente del detalle arquitectónico y su necesidad imperiosa por resolvernos el mundo a una escala más humana.




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