Es una buena pregunta. Muchos factores diferentes comprendidos dentro de un territorio específico, modificado por voluntad de un grupo social, hacen la ciudad. La comunidad y el ansia de expresar un sentido común regulan sus directrices. Su personalidad depende de quienes la habitan, así como de factores físicos o ambientales de su entorno que imprimen el ritmo de la vida, la forma de adaptarse a un medio ambiente particular, de sobrellevar sus problemas y crear nuevas actitudes y retos. Así tenemos que nuestra ciudad, por bonita o fea que sea, tiene un carácter único que la identifica con un nombre, unas cualidades establecidas por nosotros, impresas como una huella digital, un código de barras o una marca única.
Foto: Wikipedia en español
¿Que hace a las ciudades?
Pasto se ajusta a un pequeño valle al pie de un volcán, al que poco a poco va desbordando. Su clima aunque se ha modificado por el calentamiento global, sigue siendo frío esencialmente. Su gente es austera, conservadora, fiel seguidora de valores ancestrales y últimamente despierta y consciente de una personalidad como ciudadano – situación que vale la pena cultivar e impulsar, sin caer en el fanatismo nacionalista o las ilusiones vacías de un imagen establecida.
Tiene un entorno físico importante que sobrepasa su definición jurisdiccional y hace ver a la ciudad en unidad con su región:
- Por el norte, se encuentra con una topografía abrupta que irrumpe y corta la física geográfica, como es el cañón del río Guaitara.
- Por el sur, terrenos de pendientes moderadas que posibilitan un escape físico al valle encerrado y una idea de continuidad geográfica. Aquí se desarrollan cultivos extensivos y explotaciones agrícolas, que son en mayor medida, el elemento de sostenimiento y progreso de sus gentes. El corredor sur es esencial en todo el funcionamiento del departamento.
- Por el oriente, tenemos ese elemento físico y ecológico extraordinario, que es la laguna de La Cocha. Este es un espacio maravilloso dentro de Colombia y soporta de alguna manera, nuestra falta de espacios verdes y naturales dentro de la ciudad. Es también el oriente una salida a espacios más inhóspitos y menos transformados como el Putumayo y el comienzo de la Amazonía. Sin embrago, la explotación inadecuada del turismo ha convertido al pueblo de El Encano, en una especie de imagen superficial y maquillada de lo que realmente era la vivienda y las costumbres de sus habitantes: hoy parece mas una escenografía de película que una población realmente habitada.
- Por el occidente, debemos superar las alturas impresionantes de la cordillera para luego bajar y esparcirnos sobre la llanura pacífica. Llanura que desde la montaña parece un terreno inabarcable y que supera en muchas formas nuestra comprensión del territorio magnifico que nos rodea.
Todas estas condiciones naturales y físicas - desconozco mucho del entorno de nuestra ciudad, por estar circunscrito fundamentalmente al escenario urbano - parecen en general desaprovechadas. Quizás en buena medida estén mejor así, resguardadas de las transformaciones extremas y en el olvido. Quizás sea esta una condición útil para conservarlas al futuro y de esa manera se presenten a nuevas generaciones. Pero no tener conciencia de ello deja un sabor amargo, al intuir que cualquier persona con poder y sin escrúpulos o con falta de una visión integral y adecuada, proponga irresponsablemente su transformación.
San Fernando. Foto: PC
Ciudad y territorio son inseparables. Al ver nuestra ciudad como un elemento independiente, jurisdiccional y geográficamente, estamos evadiendo la gran responsabilidad de hacernos cargo de nuestro verdadero entorno y dejando a la deriva nuestro futuro o en manos de circunstancias imprevistas.
En sus límites urbanos Pasto respira su propia lógica. Lógica impuesta por la historia, su crecimiento urbano particular, sus pocos espacios abiertos, su manera de ocupar la topografía, de hacer que la trama urbana sea esencial en la percepción de su personalidad. La escala y proporciones del centro de la ciudad son algo que no debemos perder ante la siempre rampante idea de progreso que destruye con ilusiones ficticias, el corazón y la personalidad misma de todos sus ciudadanos.
Su economía aún no parece despegar a pesar de una transformación radical en su entorno físico: se construyen nuevos edificios en altura que cambian el perfil de la ciudad y se urbaniza con verdadero afán, sin tener claro cual será la imagen de la ciudad y hasta donde puede resistir el crecimiento la infraestructura actual. La ciudad requiere un cambio de fondo, una idea, imagen y vocación definidas. Ir avanzando sin tener en consideración esto, es aventurarnos por caminos oscuros.
Mirando los nuevos desarrollos urbanos pareciera que estamos obteniendo como resultado la interpretación directa de las leyes, sin interpelación alguna por parte de arquitectos, urbanistas y al final ciudadanos. La imagen de la ciudad parece dejada a manos de los abogados y economistas (que han cumplido su función con toda responsabilidad y buenas intenciones), pero la ciudad es un problema mas complejo, que requiere una reflexión mas profunda y un norte establecidos.
Vale preguntarnos: ¿Que será de nuestra ciudad en veinte años?
La respuesta no deja muchas esperanzas:
Una desorbitada imagen de construcciones irregulares (no edificios) que son testigos del afán económico de arquitectos, ingenieros y constructores, y, que se levantaron a costa de la explotación excesiva del terreno sin dejar un verdadero beneficio a su entorno. Consecuencia: pagan los propietarios y contribuyentes.
Unas malas condiciones en cuanto a calidad de vida. Al no existir suficientes espacios públicos e infraestructura de soporte de los cambios de densidad de población, la ciudad estará congestionada sin remedio. Echar marcha atrás desde lo realizado y solventar los problemas cuando estos son una realidad, es una condición casi imposible de resolver y requiere inversiones de dinero excesivas que nuevamente tendremos que soportar económica y vivencialmente. Consecuencia: pagan los propietarios, los contribuyentes, las empresas, la economía y la calidad de vida.
Falta de planificación, sectores de la ciudad totalmente descompensados, mayor desigualdad social, lugares marginales y peligrosos que están desligados de la estructura urbana principal, sin parques, con imposibilidad de solucionar el ocio y recreación diarios, con una infraestructura obsoleta que se convierte en un obstáculo para todo lo demás (hay pocos museos, bibliotecas, espacios deportivos, recreativos, calles insuficientes en los nuevos planteamientos urbanísticos). Consecuencia: pagamos todos, empresas, sector público y principalmente la propiedad privada.
Ojala desde muchos campos como política, economía, sociología, tecnología, ingeniería y arquitectura, se pueda abordar el urbanismo y éste sea un tema de agenda central para transformar nuestro entorno. Ojala nuestros habitantes tomen conciencia de los cambios que se están efectuando y puedan formarse una idea clara de destino. La planificación es esencial para competir, para hacer que la ciudad esté presente en el escenario nacional e internacional. La ciudad es un motor de riqueza, sus calidades espaciales, ambientales y sociales son vitales para todos, para ocupar un territorio y convivir con el.
El futuro es algo incontrolable, pero es en buena medida el resultado de nuestras acciones pasadas y presentes y la consecuencia palpable de nuestros errores y aciertos. ©
3 comentarios:
El planteamiento sobre la importancia de dar a Pasto una identidad es central en lo planteado y lo comparto.
Sin embargo, el sentido de impotencia ante el futuro de Pasto, que se extiende al de todo Nariño, es algo que no comparto. Esto implica renunciar al derecho que tenemos a labrar nuestro propio futuro como pastusos y nariñenses.
PASTO Y NARIÑO TIENEN DERECHO A UN MEJOR FUTURO!!
Este es un postulado que nos debe conducir a retomar la autoridad que como ciudadanos tenemos sobre quienes nos gobiernen a nivel de nuestra ciudad, nuestro municipio y nuestro departamento.
PASTUSOS Y NARIÑENSES SOMOS DUEÑOS DEL FUTURO QUE QUEREMOS!!!
La oportunidad es ahora eligiendo gobernantes que sean garantía para el mejor futuro que Pasto y Nariño se merecen.
Si, también creo que la manera de salir de este atolladero es elegir buenos perfiles en los cargos políticos y que estos tengan una vigilancia ciudadana, tal como lo hicieron en Bogotá, dos alcaldías. En la planeación municipal y departamental sigue pasando lo mismo de siempre: no hay continuidad en las políticas, porque no hay norte y además no conviene a los intereses específicos de los técnicos a cargo. Nuestro país vive y sobrevive en el cambio continuo de todas las condiciones de juego cada vez que alguien llega al poder. Si adolecemos de falta de continuidad nuestra noción de memoria cultural y de identidad se desvanecen. Estoy de acuerdo con su opinión de que nuestro trabajo conjunto, como sociedad, se puede convertir en el motor de los cambios.
Otra cosa que se me ocurre, es que hay una mirada opaca al sector privado como elemento de transformación de la ciudad. Los planes urbanísticos no son atractivos ni presentan oportunidades para ellos. Actualmente si no se involucran capitales privados - pero con una clara definición de lo publico y privado- las ciudades no pueden hacer sus transformaciones. Pienso que las empresas no se han dado cuenta del potencial enorme que eso les puede representar para mejorar sus condiciones, accesibilidad, funcionamiento e imagen, y así poder presentarse a un nivel mas amplio. Nuestra región es aislada y de muchas formas esta ciega al mundo porque no queremos mirar.
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