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21 mar 2011

Progreso vs Memoria y la Carrera 27 de Pasto

Hay dos ideas generales de pensamiento dentro de las teorías urbanas que guían la solución a los problemas de la ciudad: las ideas del progreso y de la memoria.
 

La idea de progreso está asociada con una intención de actualizar las condiciones y sectores fuera de tiempo, a situaciones actuales como la movilidad, las altas densidades, la carencia de tierras urbanizables, el diseño novedoso, la incorporación de nuevas tecnologías, el mejor aprovechamiento del suelo construible o el mejoramiento de las condiciones higiénicas para la vida, etc. Actúa con cierta presunción infundada en el positivismo de la asepsia planimétrica y mental, con el fin de evitar conflictos de orden funcional.


 
Este esquema se ha utilizado como recurso drástico, medida extrema frente a una realidad incontrolada que parece por momentos no tener salida y deja resultados genéricos, lejanos a la gente y sus actividades, a su modo de ocupar los lugares y de disponer y caracterizar de la ciudad.




Por otra parte la idea de la memoria, de un denotado conservadurismo sentimental, se ha esgrimido en la concepción de soluciones ofrecidas a la ciudad histórica. Pretende resguardar los valores íntimos externos que identifican a los lugares y a las personas que viven en ellos, impidiendo que su alteración afecte el carácter y las condiciones físicas de edificios y lugares de los que todos hacemos parte y nos identifican. Pero esta visión ha pretendido congelar la apariencia de las cosas sin solucionar el fondo de la vida y los procesos de las personas, sus actividades y las posibles interacciones presentes y futuras que estos establecen con su entorno, siempre en constante transformación.


 
Panorámica de la Cra 27. Fuente: Pasto Ciudad Soñada, Facebook
 

Si bien una y otra se sustentan bajo propósitos de mejorar las condiciones a situaciones específicas en los problemas de la ciudad, cada una en solitario, ha provocado rotundos fracasos dentro de la historia del urbanismo.
 

Para no ir lejos, por todos es conocido el cambio del centro de Paris que Le Corbusier proyectó en la tercera década del siglo XX o las propuestas del Team X (en los cincuenta), o el urbanismo de autopistas de la mayoría de las ciudades americanas (en donde la prelación absoluta es dada al vehículo como premisa de diseño urbano, y, en donde se aborda la solución de las escalas humana y social desde la técnica), que nos demuestran que el pensamiento abstracto y totalizador de la ciudad, provoca el olvido de las condiciones esenciales de su carácter, calidad espacial, escala, historia, particularidades en su desarrollo, importancia dentro de la significación colectiva, etc. Cualidades que son esenciales en la definición y personalidad de las ciudades y sociedades.
 

 Le Corbusier expone su plan maestro


La ciudad de los automóviles y las maquinas ha sido revaluada constantemente desde la década de los setenta. La aproximación a los problemas urbanos hoy aborda otras dimensiones, relaciones, escalas y se concentran en incluir grupos de personas muy diversas, para volverlos en participantes activos de la misma.

Por otra parte, las propuestas conservacionistas extremas, provocan curiosamente unos fenómenos adversos desde otras perspectivas. Podemos ver en muchos centros históricos, la idea de una imagen de ciudad que conserva su fisonomía formal, pero no el contenido vivo de las estructuras, ni de su presencia en los modos de vida de sus habitantes. Las ciudades tienden a quedar convertidas en museos inanimados, cosas que no se pueden tocar,  parques de diversiones temáticos (como si se tratara de Disneylandia, el pueblito español, la escenografía de los spaghetti westerns o las grandes películas épicas), donde la alegoría a un cierta apariencia de las cosas reemplaza el sentido de la vida presente en ellas.

  

 
Estos dos tipos de soluciones de ciudad sin tener en consideración aspectos más amplios, integrales y complejos de las ciudades, en su funcionamiento, producción, cultura o significación, deben evitarse.

 
Teniendo en cuenta estos tipos de pensamiento y observando el desarrollo que ha ido tomando el proyecto de la Carrera 27, valdría preguntarse sobre el mismo:

 
·         ¿Qué tipo de propuesta urbana es la que sustenta el cambio de la carrera 27 en Pasto?

·         ¿Se trata de conservar? ¿Se trata de ignorar lo presente? ¿Se trata de innovar sin tener claro el horizonte de lo que se afecta? ¿Se trata de una propuesta que verdaderamente responde a un problema insalvable desde otras instancias, es una necesidad vital para la ciudad?

·         ¿Por qué no existe un programa alternativo de movilidad que unifique al centro de la urbe como zona de carácter definido, sino al contrario, una propuesta que pretende dividirla, crear un borde de separación donde el protagonista principal es la circulación vehicular?

·         ¿Cuáles son las estrategias económicas, ambientales y sociales de ciudad que soportan este cambio?

·         ¿Cuáles son las políticas adicionales o complementarias, que desarrolla dicha propuesta (de ordenamiento espacial, de cohesión social, de aprovechamiento económico, de mejoramiento físico, de cobro de impuestos por valorización, etc.)?

·         ¿Qué estudios se han realizado, que estadísticas y proyecciones se tienen, que planes de largo plazo –que sobrepasen la duración temporal del periodo político-  sustentan la propuesta?

·         ¿Cuál es el papel del Ministerio de Cultura dentro de la defensa del patrimonio histórico que se encuentra a menos de 200mts de distancia?

·         ¿Han sido otorgados los permisos necesarios por parte de esa entidad para comenzar la ejecución del proyecto? ¿Saben las autoridades municipales – Alcalde, Proyectistas, Ingenieros, Contratistas y Planeación Municipal- a que contravenciones se exponen de no cumplir con los requisitos exigidos para la expedición de ésta licencia?

·         ¿Qué imagen urbana están planeando o  imponiendo en un sector donde la retícula urbana, ha generado un tipo de ciudad con condiciones singulares, que deben conservarse como memoria y que son por sí mismas  elementos de su caracterización y su presencia en la historia, y, que todavía se encuentran activos como parte operante de la ciudad?

·         ¿Conviene abrir más zonas comerciales nuevas dentro de la estructura urbana de Pasto, generadas en la exposición directa de los predios al área de circulación masiva, sin tener un control preciso sobre cómo se desarrollarán urbanísticamente, cómo se accederá a ellas desde el vehículo particular y cómo podrá estacionarse y circular peatonalmente?

·         ¿Cómo se realizará un control urbanístico efectivo sobre los vacios urbanos generados y que tipos de edificaciones, usos y aprovechamientos se realizarán en los costados de la vía?

·         ¿Dónde han quedado los peatones, que atención se les ha brindando, que espacios se les está generando?

·         ¿Cómo se responde a la actual ley de movilidad y a la tendencia mundial de las ciudades desarrolladas, de reconocer a las personas como actores principales de la urbe?


 

 Barcelona peatonal. Foto: Flickr.

Las ciudades deben mirar al futuro, pero sin destruir su pasado. El pasado es la materia misma de la que estamos hechos. La idea de futuro involucrada al pasado, es condición indispensable para que las dos condiciones persistan, pervivan, transmitan, posibiliten y armen el sentido de las ciudades, para que los contenidos que nos han precedido puedan ser palpables a nuevas generaciones. Futuro y pasado no se contradicen, pues hay que entender sus relaciones y prelación, evitando el urbanismo excluyente de identidad. ©

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